Artículo reproducido de LA REPÚBLICA del día domingo 02 de noviembre.
Por Julio Mendívil, musicólogo peruano radicado en Alemania
No hay mejor palabra para definir al Jilguero del Huascarán que la de cronista. Sus canciones encierran todas las facetas de la vida de los pueblos del Ande. Su canto ensalza la alegría, expresa el dolor, llora el amor perdido o la soledad del desamor, canta a los seres queridos, a la amada, a la madre o a los hijos, loa la naturaleza exaltando la majestuosidad de las montañas y los ríos o la injuria cuando lamenta los desastres naturales que azotan los pagos remotos.
Como todo buen cronista, El Jilguero también ha recogido el sufrimiento de su pueblo. Así, muchas de sus canciones están dedicadas a denunciar el maltrato y la injusticia que padece el hombre común de los Andes. Pero su canto no se conforma con ser denuncia, sino que, más allá de ello, se esfuerza por abrir nuevos caminos hacia un mundo nuevo. El canto del Jilguero es también un canto al futuro.
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